Traducción: Gabriela Halblaub
Difusión: El Manantial del Caduceo en la Era del Ahora
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De la Oscuridad a la Luz
Este eclipse solar ilumina la aventura de vivir en el mundo material, mientras adoptamos los reinos invisibles de la energía y la esencia. Este es el camino del místico de todos los días, que vive en comunión con lo divino mientras friega el piso y se friega las uñas, paga las cuentas, se gana el salario y saca la basura. Sin embargo, experimentamos este eclipse a un nivel personal, y el mensaje fundamental será el mismo: no podemos ni responder de un modo puramente pragmático y conectado a tierra, y ni podemos responder sólo como un espíritu trascendente falto de conexión con el mundo cotidiano. Nos desafía a reconocer y honrar la verdad espiritual en el medio de la vida cotidiana, encarnando su presencia y manifestando su fruto. En esencia, nos recuerda que la verdad es una vibración, una energía, una fuerza correctora que nos realinea con el todo.
Si le tomamos cariño a la “ignorancia spiritual”: esquivando el desorden de la vida para permanecer más rápido en la dicha trascendente, ¡este eclipse llegará como si fuera una llamada de alerta! No estamos encarnados por error, sentenciados a pasar toda una vida evitando lo que esencialmente somos, ¡mientras aspiramos habitar un plano más deseable! Nuestra cualidad física es una pieza central de nuestra humanidad, y nuestro camino es el de equilibrarlo con nuestra espiritualidad, emocionalidad e intelecto, no favoreciendo ningún aspecto. Sin embargo, si nuestra orientación se vuelca hacia lo racional, buscando siempre la certeza, temiendo la paradoja y rehusando considerar cualquier cosa más allá de los hechos y los números, ¡también podríamos tener un tiempo interesante! Cualquiera sea nuestro desequilibrio, cualquiera sea el camino que favorecemos en detrimento del otro, ¡las consecuencias desagradables de hacerlo así pronto se volverán abundantemente claras!
Y aun así, en el mismísimo corazón de este mensaje vive una profunda paradoja, porque este eclipse también habla de nuestra perfección inherente, no importa quién o qué seamos o dónde estemos. Equilibrar esta verdad perdurable con el mundo relativo en el que vivimos puede parecer imposible, lo que es así si tratamos de pensar en el modo de hacerlo. Pero abrirse a la posibilidad de que estamos perfectamente formados, y que estamos simultáneamente en un camino de perfeccionamiento, permite que los velos de la ignorancia y la confusión se disipen, revelando la verdad en el corazón de la paradoja. Como observó el monje budista Thich Nhat Hanh, “el trabajo de reconstrucción podría tomar miles de vidas, pero ya ha sido completado en ese mismo período de tiempo”.
Es tiempo de ver nuestra historia personal y colectiva como lo que es, aparte de las historias que tejemos a su alrededor. Si peleamos por curar el pasado doloroso o dejar ir viejas heridas que nos mantienen estancados, este eclipse nos ayuda a cortar los lazos que atan. El perdón puede ser un proceso largo de ajuste y restitución. Pero incluso para aquellos en el principio de este viaje, este eclipse ofrece alguna pausa del dolor de las heridas abiertas y las almas fracturadas. Nos recuerda que de última no hay nada que perdonar, incluso si relativamente hay mucho. Vivimos en ambas dimensiones, procesando la determinación del reino humano, mientras dibujamos en la paz de lo absoluto: la paradoja última que golpea en el corazón de estos tiempos cambiantes y desafiantes.
Mientras el brillo del Sol esté oscurecido temporalmente, nos encontramos en nuestra única oscuridad, para amarnos en la luz. No podemos tener una sin la otra: el día sin la noche, la derecha sin la izquierda, tú sin mí. Los opuestos hacen que el mundo gire, y la contradicción es entretejida a través de la mismísima tela de nuestras vidas. En este eclipse nos volvemos más oscuros y más claros en igual medida, porque así es esta vida paradójica y por siempre misteriosa…
Sarah Varcas