Jesús - John Smallman - Dios no le exige a nadie tomar las armas en su nombre
18-03-2013
Dios
no exige – y mucho menos es su deseo o voluntad – que nadie tome las
armas en su nombre. Él creó a todos iguales, perfectos, y soberanos, y
Él los ama a todos, sin excepción!
El
largo y arduo viaje de la humanidad, desde que ocurrió la aparente
separación ilusoria de la realidad, está llegando a su fin.
Has
padecido mucho sufrimiento, ansiedad y miedo mientras vagabas, a menudo
sin rumbo fijo, a través del entorno extraño que construiste para jugar
tus juegos – juegos que, a lo largo de los eones, trajeron mucha
confusión y desaliento.
La realidad es clara, brillante y edificante, y optaste por apartarte de ella entrando en el caos y la confusión.
Inicialmente
era intrigante y emocionante porque era diferente, y en cierto modo te
sentiste más libre a medida que la explorabas, pero tu sentido de la
libertad se evaporó rápidamente a medida que te has encontrado
afrontando límites, algo que no se encuentra en la Realidad.
Tus
necesidades son tus límites, y como ser encarnado, siempre tienes
necesidades – aire limpio, alimentos y agua, calor, refugio, protección –
tanto es así, que tienes grandes dificultades para imaginar o concebir
vivir sin necesidades.
Algunos
de ustedes meditan, cuando lo hagan, recuérdense a sí mismos que en ese
momento no tienen necesidades, y que eso es bueno.
Pero
esas necesidades humanas básicas deben ser satisfechas constantemente
mientras permanecen vinculados y unidos a sus cuerpos.
Asegurar su satisfacción periódica es muy exigente energéticamente y
genera estrés y ansiedad. Algunos creen que el estrés y la ansiedad son
buenos para ustedes, porque creen que si no estuvieran motivados por
esas necesidades, nada se haría.
Pero, por supuesto, si no tuvieses necesidades, nada necesitaría ser hecho, y tú podrías solo ser.
Lo
que experimentan con los sentidos corporales como realidad, es
realmente una serie de experiencias que tu mente crea dentro de ti.
No
hay nada fuera de ti sino lo que proyectas con tu intención colectiva.
Esta intención es muy potente y presenta numerosos “exteriores”,
imágenes, para que te involucres, pero tu experiencia es siempre
interior, individual, ya que optaste por colaborar con la separación,
abandonar la unidad – tu estado real y eterno. Despertar es saber que
todos somos uno, no sólo creer que es así.
Durante
las últimas décadas, muchos han tomado conciencia de la realidad de su
unidad y de la locura de pensar que somos seres separados e
individuales, no afectados por otros, a menos que se involucren
físicamente.
A
medida que esta toma de conciencia ha crecido, se han formado grupos
para enseñar y difundir este conocimiento, y para animar a otros a hacer
lo mismo, y una forma de pensamiento cada vez más poderosa o campo de
energía se ha desarrollado el cual, está cambiando la manera en que
piensa y se comporta todo el mundo en la Tierra.
Mira
el mundo a tu alrededor y observa los múltiples movimientos sociales
que han surgido con la intención de que la gente asuma de nuevo su
soberanía, el poder dado por Dios que, cuando se utiliza junto con la
comprensión y la conciencia de que todos somos verdaderamente uno, está
dando lugar a enormes cambios positivos en la forma en que las personas
se relacionan entre sí.
Los ciudadanos del mundo están siendo escuchados, y su derecho a ser
escuchados y respetados es aceptado, mientras más y más gobiernos
descubren que deben responder apropiadamente, con integridad y
honestidad a sus justas demandas.
A
medida que la intensidad de esta ola de energía crece, la gente también
empieza a ver que, debido a que todos somos uno, incorporarse a grupos
opositores que buscan alcanzar sus objetivos negando los objetivos de
los demás, no tiene ningún sentido en absoluto, porque en lo más
profundo de sus seres, todos tienen los mismos objetivos.
Solo
se han presentado de forma diferente, en distintos idiomas y formas
culturales, étnicas, políticas y religiosas que, a primera vista,
parecen ser mutuamente excluyentes. No lo son. Todos desean ser amados,
honrados y respetados.
Lo
que ha sucedido a través de los eones, es que sus diferentes razas y
culturas han desarrollado formas diferentes de mostrar esas gracias, y
entonces han sido codificadas y restablecidas como leyes
inquebrantables.
Con
el paso del tiempo, la integridad y el sentido profundo que subyace en
ellas se ha olvidado o extraviado, y en lugar de respetarse y honrarse
entre sí, la gente respeta leyes que se han interpretado muy
estrechamente.
Para
solucionar esto, más y más leyes se han creado, las restricciones han
crecido, y ahora reina la confusión, y las personas han perdido su
derecho, dado por Dios de vivir como quieran.
La única ley válida es amarnos los unos a los otros y no hacer daño a nadie, y es a esta ley a la que la humanidad volverá.
Cuando lo haga, la paz prevalecerá. El primer paso en este camino es dejar de juzgarse los unos a los otros.
Cuando
respeten y honren los derechos de cada individuo como ser humano a
existir en paz y dejen de juzgar a los demás como que están errados y
que merecen ser castigados por no tener las mismas creencias que
ustedes, todas las razones de conflicto de evaporan.
Dios
no exige – y mucho menos es su deseo o voluntad – que nadie tome las
armas en su nombre. Él creó a todos iguales, perfectos, y soberanos, y
Él los ama a todos, sin excepción!
Él no tiene necesidad de protección o defensa. Él es infinitamente
poderoso. ¿Cómo podría cualquier ser humano siquiera imaginar que lo
puede defender o proteger?
Y
sin embargo, muchos de sus conflictos se basan en diferencias de
creencias religiosas, en las que osan a juzgar por Dios. Qué arrogancia
extrema!
Las religiones son sólo formas culturalmente diferentes y diversas de tratar de honrar a Dios, el Ser supremo.
A
Dios le encanta cuando le honran en su propia manera individual, que es
uno más de los muchos aspectos creativos de honor que se pueden
utilizar para deleitarle.
Cuando juzgan a los demás, supuestamente en su nombre, están intentando
sustituir a Dios ya que tu ego se encuentra fuera de control, y nadie
puede sustituir a Dios.
Por
lo tanto, abran sus corazones en el amor, constantemente, cada uno de
ustedes, y luego vean los milagros que se van a producir.
Tu hermano que te ama, Jesús.
Traductor: Rossana Carmona