Pamela Kribbe canaliza a Jeshua
Queridos amigos,
Soy Jeshua, su hermano y amigo.
Estoy muy cerca de ustedes y todos son muy queridos para mí. Estamos conectados desde el corazón, y con esto me refiero a una conciencia que conoce el todo en su extensión mayor.
Tu corazón es la puerta de entrada a tu alma. Tu alma es más grande que tu cuerpo humano, que tu mente humana, que el conjunto de creencias que has asumido como propias en esta vida, es mucho más grande que todo esto. Posee un conjunto de conocimientos, intuición, y un saber que va mucho más allá del molde y la forma en que te encuentras en esta vida.
Tu alma ha elegido esta vida, ha elegido nacer de determinados padres y en un determinado ambiente. Durante un período de tiempo, tu alma vierte su energía en este molde y esta forma que tú has elegido. Es desde esta limitación, desde este marco específico, que tu alma quiere experimentar la vida en la Tierra; sin embargo, este marco, creado por la energía de tu familia biológica y tu entorno, tiene sus limitaciones.
Aunque es el alma quien elige estas limitantes—estos padres, esta familia determinada y este entorno—al mismo tiempo, tu alma tiene un profundo impulso de superar y trascender esa energía del nacimiento. Tu alma quiere encontrar su propia individualidad en medio de todas las influencias terrenales en las que te encuentras inmerso como bebé y como niño.
La energía de tus padres juega un papel importante en esto, ya que es la puerta a través de la cual ingresas a este reino. Las energías que sientes de tus padres son tu primera introducción a tu vida aquí en la Tierra.
Has tenido muchas otras vidas en la Tierra, pero en el momento en que te lanzas a una nueva encarnación, todas se desvanecen en el fondo. Tu alma permite que los recuerdos de vidas pasadas se desvanezcan para que puedas concentrarte plenamente en el presente, en lo que quieres experimentar aquí y ahora. Ese ahora comienza cuando tus dos padres te conocen siendo un bebé.
Hoy quiero invitarte a regresar energéticamente al momento en que descendiste y entraste en tu encarnación actual. Ese momento se remonta más allá de tu nacimiento en el plano físico; antes de que nacieras, hubo un instante en el que aún no estabas en un cuerpo físico, y fue entonces cuando tomaste una decisión. Me gustaría llevarte a esa época.
Usa tu imaginación para reunir la energía de tu alma y llevarla a tu corazón. Puedes sentir tu corazón latiendo en el centro de tu pecho, respira tranquilamente y por un momento relájate completamente. Inhala y exhala, eso te ayuda a situarte firmemente en el centro de tu corazón.
Puedes sentir que en tu corazón hay una puerta de entrada a una realidad que no es física; también sientes que es un lugar donde tienes una conciencia que es mucho más grande que tu conciencia terrenal. Respira en esa realidad cósmica y recuerda que hay muchas dimensiones que se encuentran en el más allá y por encima de la terrenal.
Ahora imagina que estás en un lugar que podría ser una habitación o un lugar particular al aire libre, simplemente observa lo que podría espontáneamente venir a tu mente, este es un lugar con una atmósfera tal que te ayuda a prepararte para una nueva vida en la tierra. Antes de comenzar una encarnación en la tierra, existe tal cosa como una fase de preparación en la que eres asistido por los guías, donde comienzas a familiarizarte con tus padres y con la energía que irradian.
Imagina que, en este lugar, en esta atmósfera de preparación, te encuentras con tus padres. Recuerda que tú, tú mismo, aún no estás encarnado, eres un alma madura con mucha experiencia en tus hombros. En este punto sientes que ha llegado el momento de reconectarte nuevamente con la Tierra, y eres consciente que estás en el proceso de preparación. Imagínate vestido con ropa que te gusta y te atrae, observa los colores de la ropa que eliges para usar. Puedes ver que ya tienes un poco de forma humana, aunque es más fluida, no es una forma sólida; sin embargo, ya estás empezando a centrarte un poquito más en esta forma humana. En tu corazón te sientes libre y capaz de un conocimiento universal.
Desde ese punto de conciencia, ves a tus padres y los observas, ves a tu padre y a tu madre a tu lado. Mantén tu conciencia lo más neutral posible y, primero, observa a tu madre, mírala, mira a través de ella y mira detrás de sus ojos, siente la energía de su corazón, y deja que esa energía tome la forma de un ser humano.
Imagínala a tu madre en forma humana a una edad cualquiera, siente la edad que su alma tendría. La forma en que ella se manifiesta ante ti es la forma en que ella se expresa simbólicamente ¿acaso la ves como una niña, como adulta, o como anciana? Al poner más atención a su edad interior contempla lo que su alma te muestra; siente cómo es su forma de ver las cosas, sus sensaciones, y cómo percibe el mundo. Al hacer esto, comienzas a tener una imagen interior de tu madre.
¿Qué está pasando dentro de ella? ¿Cuáles son los asuntos que guían su alma? Siente la sensación de ser ella, hazlo sin juicios ni interferencias, sólo permanece muy neutral. Observa sus miedos, sus esperanzas, sus deseos; mira también las imágenes idealizadas que proyecta acerca de cómo ella cree que debería ser. Siente hasta qué punto tu madre está determinada por la conciencia colectiva que la rodea, por su familia biológica. Por un momento siéntelo todo como un conjunto.
Percibe qué tipo de energía existe allí, ¿cómo te sientes? ¿puedes acaso sentir el miedo que habita en ella? ¿percibes su inquietud? ¿qué otras emociones hay en ella? Siente el núcleo puro en su interior, ¿qué viejas costumbres ella quiere superar y vencer? ¿qué quiere aprender?
Ahora imagina que te acercas a ella y coges sus manos entre las tuyas, tú estás ahí como un alma madura, plenamente consciente de quién eres, consciente de tu historia. Toma sus manos, siente lo que eso provoca en ti, ¿cómo te influencia su energía? Incluso al sentir su influencia, sigues siendo completamente tú.
Como niño, te sumerges a ti mismo en la energía de tu madre, de tus padres; pero aquí, en este lugar celestial, permaneces más cerca de ti mismo, de tu propia energía; te das cuenta que no eres la energía de tus padres. Las energías que estás sintiendo ahora, que llegan de tu madre, que te tocan, no son tuyas; estas energías te influencian fuertemente, pero al mismo tiempo tú sientes tu individualidad. También sabes que no tienes que mejorar nada en ella, no tienes que sanarla, no tienes que solucionar sus problemas y preocupaciones. Simplemente estás ahí, sosteniendo sus manos, manteniéndote fiel a ti mismo.
Ahora vuélvete hacia tu padre y toma sus dos manos entre las tuyas. Lo miras a los ojos, miras más allá de ellos, miras a través de ellos, y sientes la energía de su corazón; sientes cómo es él en su interior. Él también cambia y adopta la edad que más le acomoda a quien es a nivel del alma, se podría llamar su edad interior. De manera neutral, tú sientes cómo es ser él, qué sucede dentro de él, cuáles son las motivaciones de su alma. Nuevamente, y de manera consiente, tomas sus dos manos y sientes cómo su energía y su mundo interior te tocan, y lo que eso produce en ti.
Al mismo tiempo, cuando miras todo esto y lo sientes, hay un tope, un regulador que no permite que estas energías fluyan a través de ti. Lo asimilas en silencio, como si fuera algo que estuviera sucediendo parcialmente fuera de ti, porque en este lugar, en esta atmósfera preparatoria, todavía no eres su hijo. Ya tienes una historia, eres un alma madura, y sientes y observas cómo te afectan los miedos, las dudas, las frustraciones, y el dolor de tu padre. Al mismo tiempo, sientes el núcleo puro de su corazón.
Como hiciste con tu madre, ahora observas lo que tu padre quería aprender, comprender, y experimentar en su vida. Mientras sientes toda la energía de tu padre actuando sobre ti, aún puedes sentir tu individualidad, sabes quién eres tú, y en tu interior tú eres grande y extenso, tan grande que te atreviste a dar un salto de fe y convertirte en un bebé pequeño y vulnerable. Un bebé que tomó todas estas influencias de sus padres mientras que el sentido de su propia identidad, de su yo superior, quedó relegado a un segundo plano.
Ahora, imagina que estás en la Tierra, has encarnado y eres un niño. Trae a ese niño la conciencia de tu individualidad, de tu identidad independiente, de tu alma. Desde el ser que eres ahora, regresa a tu infancia y conecta con el corazón del niño que eras en ese entonces.
Al hacerlo, comprende que el tiempo es algo muy relativo, no tan fijo y definitivo como parece. Viaja hacia el pasado, hasta cuando eras niño. Permítele a tu conciencia, tal como es ahora, que fluya hacia el corazón de ese niño y pronuncia estas palabras dentro de ti: “Yo sé quién soy, yo sé quién soy, yo sé quién soy”.
Deja que esta conciencia de quién eres fluya de vuelta hacia el pasado, a los momentos dolorosos en los que te sumergiste en esta esfera terrenal, en los miedos terrenales, dudas, y creencias limitantes. Ahora, envía fuerza y conocimiento interior al niño que eras en ese entonces.
Así es como lo liberas de las energías limitantes de tus padres, que sin intención alguna ellos depositaron en ti, y al hacerlo, te liberas a ti mismo de esa carga. Puedes perdonarlos, al final los perdonas, porque ellos también fueron el producto de su entorno, de las influencias que actuaron sobre ellos desde su nacimiento. Quizás tus padres no tuvieron la fuerza y la conciencia para trascender esas influencias; o tal vez en parte lo hicieron.
Aunque pareciera que tus padres se quedaron estancados en las viejas costumbres, y a pesar de todas las limitaciones, a menudo ellos dieron pasos en el camino de su alma que fueron muy significativos. Tu presencia en sus vidas ciertamente contribuyó a eso, incluso si no te habías dado cuenta.
Tú no tienes que ayudar a tus padres, no tienes que cargar con sus preocupaciones, dolores, y sufrimientos. Ese no es tu rol, porque serías aplastado por las influencias que ellos acarrean de la vieja conciencia basada en el miedo. Tu rol es ser y permanecer lo más fiel posible a la energía original de tu corazón. Ésa es tu tarea, tu función, tu rol, nada más aparte de eso. Nada más, pero, por sobre todo, nada menos.
Ahora has el camino de regreso al presente, a este momento de tu encarnación actual, y activa tu energía del corazón. Recuerda todo lo que sabías y poseías en esa esfera preparatoria antes de venir a la Tierra; lo que sabías en ese entonces no se trata tanto de tus pensamientos, de tu agenda, o de tus planes. Te pido que vayas más profundamente, y conectes tu sabiduría y capacidades al nivel del corazón, a un nivel intuitivo.
Para hacer esto más concreto, imagínate a ti mismo, justo ahora, explorando tu propio mundo interior. Obsérvate parado frente a tus ojos a una edad que representa la edad de tu alma, e imagínate mirando a los ojos de tu propia alma. Ves dos ojos, pero miras justo a través de ellos, miras dentro, y trasciendes lo físico.
Eres capaz de sentir la edad de tu alma, sus estados de ánimo, cimientos, y corrientes subyacentes—tus cualidades fundamentales y tu naturaleza—. Observa cómo te sientes, tus deseos, sueños, esperanzas, pero también siente la tristeza, los miedos, las dudas, las resistencias y los enojos.
Luego ve al centro puro de tu corazón, en tu alma, y siéntelo, siente lo eterno que es. No importa lo que te suceda, en cualquiera de tus vidas, este núcleo permanece como una corriente fresca y chispeante que brota repetidamente de la fuente de la vida. La energía de tu alma es libre, verdaderamente libre; cuando sientes profundamente quién eres, te conviertes en un ser feliz y afable. Y permites que ese sentimiento feliz y afable fluya hasta tu corazón, tu corazón físico, tu pecho, tu cuello, cabeza, y hombros. Deja que ese sentimiento fluya por todo tu cuerpo y aura.
Mientras haces esto, liberas los aspectos limitantes de tu familia biológica, dejas a tus padres ser, ellos son quienes son, tú eras su invitado. Date cuenta que, como invitado, también eres libre de irte. Tú eres responsable de ti mismo, de tu energía, no de la de ellos ¡tu camino es tuyo!
Es precisamente al recorrer tu camino original que traes luz a la Tierra. Muchos de ustedes, almas trabajadoras de la luz, tienen un alma más antigua que la de sus padres. Esto significa que, muchas veces, sus padres no los entendían muy bien porque su alma estaba en una etapa diferente en términos de prioridades y ambiciones. Los ideales que ellos tenían o tienen, y que querían impartirte no son tus ideales, y no se ajustan a tus deseos y anhelos.
Es importante comprender que no tienes que ajustarte a sus ideales, a sus deseos inconscientes, porque a menudo tus padres estaban motivados por el miedo o estaban programados de acuerdo a la conciencia colectiva. Tú eres un luchador por la libertad, estás aquí para liberarte de viejas formas de conciencia, de estructuras limitantes.
Tú no puedes responder a los deseos, a los ideales del orden establecido, tu alma tiene otros planes, por así decirlo, permítete que así sea e inclínate ante ti mismo. ¡Concédete tus sueños, deseos, y anhelos específicos! deja que el mundo sea como es, deja que tus padres sean como son, no tienes que cambiarlos. Al inclinarte ante ti mismo y escuchar tu núcleo más puro, y lo que éste quiere experimentar, te conviertes en un líder, un pionero de una nueva era; esa fue y es tu intención para esta vida. Siente el poder de lo nuevo que quiere nacer a través de ti.
¡Puedes estar orgulloso de ti mismo! Siéntete orgulloso del coraje y la fuerza que tienes, ellos te han ayudado a vivir y a pasar por tantas cosas. Ancla firmemente tus decisiones y elecciones en la sabiduría de tu alma; regresa allí, y conoce quién eres.
Los saludo y les agradezco por la conciencia que tienen en su corazón, que es el ancla para la renovación y la liberación.
Les envío mucho amor, no están solos, estamos todos conectados.
Muchas gracias,
Jeshua
© Pamela Kribbe
Traducido del inglés por Isabel Suarez-Perez