Pamela Kribbe canaliza a María
Queridos amigos, os saludo. Soy María.
Desde nuestro lado, somos plenamente conscientes de lo pesada y densa que puede pareceros a veces la realidad de la Tierra. Pero sabed que estamos con vosotros y nos acercamos lo más posible para apoyaros. Sentid nuestra energía en esta sala. Sentid que hay una cierta ligereza que quiere llegar a vosotros, así que permitidlo. Vengo con el mismo número de niños a mi lado que personas hay aquí presentes. Estos son niños que representan vuestra energía. En cada uno de vosotros vive un niño; son vuestra esencia más original; contienen algo de vuestra inspiración más profunda. Mirarlos a mi alrededor, sonriendo, bailando, alegres.
Los hijos de Pamela y Gerrit también están aquí, y juntos formamos un círculo. Fíjate en el niño que te pertenece y deja que se acerque a ti y se siente a tu lado o en tu regazo. Permítele estar contigo y siente cómo vive algo en este niño que no ha sido tocado por la pesadez de la realidad terrenal. El niño tiene algo que es original, despreocupado e ilimitado. Siente la risa chispeante de ese niño y dale la bienvenida. La vida está hecha para ser celebrada, para ser vivida con alegría. Tienes permiso para experimentar alegría en tu vida, y esto a menudo conlleva las cosas más simples.
Di “sí” a ti mismo tal como eres ahora, con los problemas que experimentas, los síntomas físicos, tal vez, y el estrés y la preocupación. Simplemente di “sí” a ti mismo. Estás completamente bien tal y como eres. Mira a los ojos del niño que hay en ti y ve su belleza, la naturaleza virgen, la esperanza, la vitalidad. El niño que hay en ti no se rinde, quiere vivir. A menudo son tus propios pensamientos los que te atrapan y detienen el movimiento de la vida dentro de ti. Cada vez que te sientes atascado, no son realmente los sentimientos los que están atascados, sino los pensamientos que han llegado a ciertas conclusiones e interpretaciones los que te hacen decidir: “estoy atascado”.
La vida es una corriente de energía que fluye, y hay algo en ti que también quiere fluir. Eso no quiere decir que la vida siempre sea agradable y placentera, sino que siempre hay una corriente presente en tu alma que fluye junto con los altibajos, la oscuridad y la luz. Cada vez que te resistes a esa corriente, te quedas atascado y creas una situación que parece ser estática. Sin embargo, incluso entonces, la vida nunca se detiene realmente.
¿Qué sucede cuando estás atrapado en la resistencia, cuando te dices a ti mismo que las cosas no funcionarán, cuando haces un juicio demasiado severo sobre tu situación? En el peor de los casos, sucede que te sentirás mal contigo mismo y te autoconvencerás de sentir desanimo. Entonces te encontrarás en un campo de energía que es el comienzo de la depresión; te sientes desinflado y apagado, poco claro y confuso. Eso es lo que sucede cuando sofocas la energía y no puede fluir; se convierte en una nebulosa zona gris desconocida.
Obsérvate a ti mismo cuando eso te suceda y observa si este es un patrón que reconoces. Con algunas personas, sucede con más frecuencia que con otras. Cuando existan momentos en tu vida en los que te sientas abatido y pienses: “estoy demasiado abrumado, no puedo más”, llega allí con tu atención y respira profundamente y exhala plenamente. Siente como hay mucho dentro de ti que quiere moverse, que quiere vivir, que quiere experimentar alegría, y confía en esa corriente. Fíjate cuando estás sacando ciertas conclusiones y en qué punto te quedas atascado. Siente la diferencia entre lo que quiere estar vivo en ti y esa sensación de agobio.
Detrás de ese juicio hay dolor, así que haz que ese dolor sea palpable. Siente la tristeza que hay detrás, el miedo. Permite que ese sentimiento salga a la luz: “Tengo miedo; me siento tan solo”. Atrévete a enfrentarte a estos sentimientos, porque hacerlo es tu salvación. En el momento en que permites que esos sentimientos se revelen es cuando te conectas de nuevo con la vida, con lo que debería fluir en ti. Cuando estas emociones se sienten en tu cuerpo, es cuando puedes brindarles consuelo con tu luz interior, así que pruébalo.
Imagina que aportas luz al dolor que sientes en relación con tu vida. Crea un círculo de luz alrededor de estos supuestos fallos: los sentimientos de incertidumbre, soledad y miedo. Imagina que los miras con compasión y les dices “sí” a todos: “este dolor me pertenece y lo acepto como parte de mí”. ¡Qué alivio es permitir que el dolor esté ahí! Cuando observas el dolor, la resistencia, sin juzgar, entonces las cosas pueden empezar a fluir de nuevo. Es cuando estás en oposición a tu negatividad que surgen los problemas y permaneces atrapado allí más tiempo del necesario. Abandona la resistencia.
Todo lo que es tiene una razón de ser, tiene un origen que es válido. Abraza aquellas partes de ti que te resultan más difíciles, que tienen las emociones más pesadas. Imagina que lo haces con una energía que está viva, y permite que esta energía vea al niño en ti que todavía está alegre, es dinámico y está abierto a la vida en la profundidad de su ser. Este niño en ti es un símbolo de vida: tu fuerza, tu vitalidad, y nunca se puede quebrantar, es indestructible. Es Dios mismo quien fluye a través de ti.
Permite que esa energía te limpie de las preocupaciones y de lo que te oprime. Siente la energía como una fuente en cascada a tu alrededor. Tienes permiso de ser quién eres. Tómate un momento para mirar hacia atrás a los últimos meses. Siente lo valiente que has sido, cómo has mirado de frente a ciertas cosas. Por favor, fíjate lo que has logrado. Siempre hay algo que has aprendido o has logrado. Si no los ves, significa que no estás mirando honestamente. Mira una cosa concreta, algo que has manejado bien, algo de lo que estás satisfecho, y deja que aparezca eso mismo. Encuentra ese algo de lo que te sientes orgulloso. Encuentra eso con lo que te sientes bien y date ese reconocimiento. Nombra las cualidades que demostraste. ¿Fue coraje, fue perseverancia? ¿Fue honestidad, sinceridad, confianza? Reconoce esa cualidad dentro de ti. Atrévete a permitir que la corriente negativa que está ahí dentro de ti se transforme en positiva.
Digo, atrévete, y eso probablemente suene algo extremo, porque a un nivel no quieres nada mejor que pensar positivamente. Pero también hay otro nivel en el que te aferras a lo negativo porque es casi una especie de adicción. La negatividad a veces puede ser una especie de escondite, porque entonces te permite no tener que hacer nada. Si siempre te dices a ti mismo: “no puedo hacer esto”, entonces lo que estás diciendo, de hecho, es: “ya no necesito vivir la vida, puedo retirarme a ese pequeño lugar que me he asegurado, y no necesito ser ni hacer nada más”. Por lo tanto, puede ser una especie de esclavitud, una excusa para juicios negativos.
Considera por un momento cuál es la recompensa cuando te miras a ti mismo de manera tan crítica. ¿Por qué lo haces? ¿Hay algo en ella, aunque sea algo que de alguna manera te haga sentirte seguro, que te dé cierto tipo de seguridad, aunque sea simplemente de alguna manera ligeramente distorsionada? A veces puedes sentir seguridad haciéndote pequeño y atrapado en la rutina, pero en realidad es miedo a lo que podría suceder si participaras plenamente en la vida.
Al participar en la vida, queremos decir que realmente te abres a las experiencias que se te presentan, atreviéndote a explorar nuevos territorios, adentrándote en lo desconocido y sintiendo auténticamente, ¡y eso es grandeza!No tiene nada que ver con lo bien que te desempeñas en el mundo, o lo que logras, sino con lo que te permites sentir plenamente,y sumergirte en ese sentimiento. Es una grandeza entrar en la profundidad de todo lo que la vida tiene para ofrecer en forma de sentimientos y emociones.
Entrar abiertamente en esa grandeza es de lo que realmente se trata la vida, aunque a veces sientas que es demasiado para ti. Mira lo que te haces a ti mismo cuando te cierras y te rodeas de ciertos juicios en tu cabeza de lo que puede y no puede suceder para ti y qué caminos están cerrados para ti. En realidad, es una pseudo muerte en la que entras cuando ya no quieres estar involucrado en la vida ni estar aquí por más tiempo. Pero esto no puede ser; va en contra de la vida misma. La muerte no existe realmente; no hay tal cosa como un estancamiento absoluto, una no-existencia, un no-ser. Todo lo que es, es, existe. Y por eso, la vida siempre está en movimiento y evolucionando, y continúa su camino y adquiere nuevas experiencias. Os pido que os abráis a ese flujo. Es un flujo de amor, un flujo de alegría que quiere estar con vosotros.
Coge al niño de la mano y confía en él. Precisamente en su inocencia, su apertura y su vulnerabilidad, es la parte más sabia en ti porque siempre elige la vida, una y otra vez. ¡El niño nunca se sacia de vida! Permítete entusiasmarte de nuevo con este niño interior. Ábrete a la vida.
Lo dejaré así por hoy. Muchas gracias.
María
© Pamela Kribbe
Traducción del inglés por Cristina Yoh