Jesús - John Smallman - La condena y la culpa son conceptos irreales que te atan a la ilusión - 05-06-2013
La
culpa y la condena son conceptos irreales que te atan a la ilusión por
hacer que te sientas indigno de conocer a Dios, y mucho menos digno de
regocijarte en el calor de su abrazo eterno.
La
Nueva Era ha llegado, y los signos de ello son evidentes en todas
partes mientras el campo del Amor divino continúa fluyendo a través del
planeta, abarcando todo a su paso, y hay muy pocos que no están en su
camino.
Se
requiere de un gran esfuerzo, muy decidido por parte de cualquier
persona que decida optar por no ser influenciado por el cada vez más
intenso y fascinante campo de energía de Amor.
Es la voluntad de Dios que la humanidad se sacuda el manto de dolor y
sufrimiento en el que ha optado por envolverse por tanto tiempo, y ella,
la humanidad ha decidido alinear su voluntad colectiva con la de Dios –
eso es de lo que la Nueva Era se trata, el alinear tu voluntad con la
de Dios – y lo están haciendo, al tirar el velo efímero del miedo y la
separación en el que se habían envuelto a sí mismos, de manera temporal.
Muchos
de ustedes están haciendo nuevas y encantadoras conexiones con extraños
ya que el Amor entra en cada corazón que no haya hecho un esfuerzo
extremadamente decidido a permanecer cerrado.
Estás fluyendo a lo largo de la corriente de Amor hacia tu inevitable
despertar, por lo que debes alegrarte, relajarte, dar gracias, y debes
saber que todo está divinamente atendido, como siempre lo ha estado.
Esperen
hacer nuevos amigos y conocidos mientras que sus corazones se abren en
el campo del Amor que les abraza y disfruta de la calidez de ese Amor
compartido.
No
hay tal cosa como “predestinación.” Eso es un concepto, basado en el
miedo, que fue inventado para tratar de explicar el sufrimiento como
algo causado por Dios sobre aquellos que le desagradaban, por lo que
fueron condenados, en contraposición a quienes eran ” justos delante de
sus ojos” y que por ende, se salvarían.
La
idea era que estuvieses predestinado a la salvación y el cielo, o a la
condenación y el infierno, y que no podías hacer nada para cambiar ese
estado de cosas.
Obviamente
eso es una tontería. Toda vida inteligente es muy querida en el corazón
de Dios, y todos llegarán a experimentar la maravilla infinita de su
Amor eterno por ellos, independientemente de cualquier “crimen” o “malas
acciones” que parecen haber cometido.
Sólo
el Amor es real, y por lo tanto es eterno. Cualquier cosa sin Amor, sin
importar la cantidad de dolor y sufrimiento que pueda parecer causar,
es irreal y se desvanecerá con la ilusión, una vez que suelten cualquier
necesidad aparente de aferrarse a ella.
Eso
es lo que actualmente estas en proceso de hacer: sacudir el polvo de la
ilusión de tus pies al dejarla atrás, avanzar mientras haces el intento
constante de ser amoroso en cada momento.
Una
vez que estableces esta intensión, y pides la ayuda de tus guías y
mentores en los reinos espirituales para mantenerla, entonces estás en
tu camino a Casa y nada puede impedir tu llegada.
Todavía es posible que te desvíes de tu ruta si deliberadamente te
comportas con desamor en una situación, pero muy rápidamente el
conocimiento de esta desviación irrumpirá en tu conciencia, lo que te
permitirá soltar la intensión desamorosa y perdonarte a tí mismo y a
cualquiera que hayas juzgado o culpado imprudentemente.
El
amor es tu naturaleza. Y las distracciones de la ilusión cada vez son
menos y menos atractivas para ti, por lo que has tomado la decisión
irreversible de despertar.
Cualquier
desviación de la intención amorosa de alinearte con la santa voluntad
de Dios será breve, porque la llama de Amor en tu corazón arde cada vez
con más intensidad cada día que pasa, y permanecer inconsciente,
insensible a su constante presencia en tu interior es imposible.
La
llama del Amor dentro de cada uno de ustedes – la Luz guía que te
conduce a Casa – es intensa, potente, y no hay manera de que la puedas
mantener permanentemente escondida, que la puedas negar o ignorar.
Ella brillará, e incluso si has pasado vidas negándola o ignorándola,
ella nunca te ha dejado, ni por un momento, ha esperado con paciencia y
Amor por el primer y más pequeño cambio en tu actitud o creencia que
demostrara que estabas dispuesto a reconocerla una vez más.
Ese momento es ahora, y se está haciendo cada vez más difícil para cualquier persona guardar rencor o resentimiento.
Mientras
que antes, muchos en la Tierra disfrutaron de aferrarse a rencores con
una sensación de amarga satisfacción y planearon la venganza o la
restitución contra quienes los habían herido u ofendido, ahora esa
sensación de satisfacción es hueca o inexistente, y están
desconcertados.
Este es un signo temprano del despertar. Si esto te sucede a ti, dale la bienvenida y regocíjate.
Tus tiempos de amargura han llegado a su fin! Tal vez ni siquiera
estabas consciente de estar aferrado a rencores o a la necesidad de
castigar a alguien, pero ahora que el sentido de cierre que esto traía
se desvanece, se están dando cuenta de ello.
Eso puede ser impactante, ya que tal vez te veías a ti mismo como amable
y complaciente, y tu satisfacción venía en parte de la imagen de tí
mismo como una persona que no guardaba rencor, mientras que en verdad –
como ahora se ha puesto de manifiesto – lo hiciste.
Perdónate a tí mismo! No hay ninguna ventaja o redención en el sentimiento de culpa.
Has cometido un error, lo has visto y lo has corregido, y al hacerlo,
has eliminado de ti otro aspecto de desamor, por lo que dispones de más
espacio en tu interior para que more el Amor. En realidad, eres libre de
culpa.
La
culpa y la condena son conceptos irreales que te atan a la ilusión por
hacer que te sientas indigno de conocer a Dios, y mucho menos digno de
regocijarte en el calor de su abrazo eterno.
Pero
ahí es donde perteneces! Ahí es donde tienes tu existencia eterna. Sólo
que lo olvidaste momentáneamente, mientras jugabas en la ilusión.
Ahora
se acaba ese tiempo de juego irreal cuando te preparas para volver a
disfrutar del eterno y totalmente absorbente juego creativo en la
Realidad- tu único hogar.
Tu hermano que te ama, Jesús.
Traductor: Rossana Carmona