domingo, agosto 09, 2020

David Topí - Estudio de los números y decodificación actualizada: El Tres



Habiendo visto las decodificaciones de los números cero, uno y dos, el nacimiento del campo numerológico del tres ya se produjo cuando los parámetros “base” de la Fuente primaria se hubieron consolidado y, los universos, tenían ya un cúmulo de mónadas casi infinitas para construir los elementos base y primarios que darían lugar al resto de componentes de la Creación. Con la energía del “dos” clonando y “duplicando” estructuras para poder formar dimensiones, planos, niveles frecuenciales, sistemas galácticos, y demás, se hizo necesario empezar a combinar las mónadas en todo su potencial para darle más “diversidad” a esa “Creación”.


En los artículos anteriores hemos mencionado que toda mónada posee tres polos o energías: el polo positivo, el polo negativo y el polo neutro. Pero esto implica que, entonces, hay un “tres” en alguna parte, y no era así al principio.

Inicialmente, la Fuente emitía solo mónadas “inertes”, asociadas al número cero, pues era el único campo “existente” en aquel “momento” en el que, partiendo del “plasma de existencia” que hemos mencionado en la explicación del cero, podía ser “troquelado” en infinitas partículas para construir los universos y su contenido.

Una vez la “base” se hubo consolidado, se empezaron a emitir mónadas asociadas al “uno”, un solo polo de los tres, o bien el neutro, o bien el positivo o bien el negativo, por lo que solo podían crearse estructuras de una única polaridad. Luego, con la creación del campo de consciencia que seria el “dos”, se emitieron mónadas que tenían dos polos, positivo-negativo, positivo-neutro o negativo-neutro. Y, con ello, se fueron creando estructuras superiores.

Una vez este proceso se completó se empezaron a crear mónadas con tres polos, activados en diferentes grados, y con diferentes intensidades, de manera que, finalmente, ya se pudieron construir estructuras muy complejas partiendo de una combinación de energías positivas, neutras y negativas en infinitos grados de intensidad y formas.

Esto permitió la creación de vida y de consciencia a altísimos niveles, el nacimiento de otros “seres” que iban a asistir a los logos “cósmicos” (las “macro consciencias” que rigen los universos), permitía el nacimiento de “logos galácticos” para crear galaxias y de todo tipo de seres “menores” que se encargarían de gestionar sistemas solares, estrellas, planetas, y todo tipo de vida en ellos.

Por lo tanto, el tres representa el equilibrio, pues ya tenemos las tres energías primarias representadas en un único campo de consciencia numerológico que puede ser usado para combinar los campos del cero, del uno y del dos de trillones de maneras diferentes y, con ello, aumentar el grado de complejidad de las estructuras existentes dentro de cada universo.

Con la incorporación del campo del “tres” nacen las polaridades evolutivas, se permite que haya seres que se enfoquen en el trabajo con energías positivas, otros seres que se enfoquen en el trabajo con energías negativas y otros seres que se enfoquen en el trabajo con energías o cargas neutras. Se ponen en marcha combinaciones de los tres y se crean sistemas evolutivos y “grados” de crecimiento donde tanto la polaridad positiva como la negativa, a lo largo de todo un sistema evolutivo, terminen llegando al equilibrio y balance que representa tener los tres polos de la monada en equilibrio y en armonía. De esta manera, no importa que polaridad tenga un ser, una raza, un ente o cualquier ser vivo y consciente en el universo, pues siempre, inicie su camino por la polaridad positiva o inicie su camino por la polaridad negativa, siempre llega a la polaridad neutra al “final” del recorrido y con ello, obtiene el “balance” que el campo del “tres” representa.

Algunas fuentes, esotéricas y místicas, usan el triángulo como representación de este equilibrio cósmico, de esta armonía de la Creación, pues es precisamente la forma geométrica que representa al tres en todos los planos y niveles de la misma. Finalmente, la creación del campo numérico del “tres” permitió también la aparición de aquello que nosotros llamamos “el Yo Superior”, la parte del ser humano que se percibe como un orbe de consciencia de altísimo nivel evolutivo y jerárquico, y que solo pudo “nacer” una vez la existencia de mónadas con los tres polos o cargas energéticas “vieron la luz”.

Además, para poder acelerar aún más la creación de estructuras por todo el universo, el campo numerológico del tres coge lo que las partículas del uno “han formado” y lo “clona” tres veces, incrementado la función creadora que ya el dos posee para construir, mucho más rápidamente, muchas más unidades “de algo” que se tiene que replicar para poder ser usado millones de veces en millones de planetas, sistemas solares o galaxias.

Así pues, a nivel psicológico, de cualidades, y para nuestro planeta, como es sencillo de adivinar, los arquetipos de armonía, balance y equilibrio están asociados al número tres, así como los de perfección, éxito, y la capacidad de completar algo, de llevarlo a su fin, de conseguir su finalidad. El tres permite mantener la templanza, guardar la compostura, estar centrados. Permite que no nos salgamos de un camino “en balance” y que las partículas que forman nuestros sistemas energéticos no se alteren (tanto) ante influencias externas, pues si nuestras mónadas están alineadas y equilibradas entre sus tres polos, en la medida de lo posible, siempre nos notaremos más centrados y en balance interior, aunque no es que sea especialmente fácil conseguirlo o mantener este estado siempre.



por David Topí · 21 julio, 2020