Cada vez que vengo ante ustedes como hermandad femenina quiero que ignoren el hecho de que la voz es masculina. El otro lado del velo no tiene géneros. Este es un mensaje desde ese lugar que ustedes llaman la Fuente Creadora, que en este momento las honra por quienes son. Ser mujer en esta época especial del planeta, e incluso en una energía despierta, es muy diferente de lo que era en la Hermandad que celebran, de la que desean saber más y en la que participaron. Siempre digo que no es por accidente que estás aquí otra vez, después de tantos años, alma antigua, y que algo hace cosquillas en tu memoria; tal vez tu consciencia te susurra ¿Estuve allí? Y si fue así, ¿podremos crear otra vez lo que creamos allí?
Me encantaría llevarlas de vuelta a ese lugar, porque las reuniones de la Hermandad solían hacerse en el agua. Solían reunirse en los crepúsculos; a menudo, muy a menudo, eran en la mañana; siempre en el agua. A veces estaban paradas, otra vez veces sus pies simplemente balanceándose en las aguas cálidas del Pacífico. En ese entonces tenían los vientos alisios, ligeramente distintos de lo que son ahora, pero estaban allí.
Era tan sagrado, era hermoso; las canciones que cantaban se grababan claramente en su akash. Si pudieran cantarlas hoy o tal vez oírlas les harían saltar las lágrimas, porque recordarían. Y lo que recordarían sería la suavidad, la dulzura, la belleza y lo apropiado de ellas. ¿Fue Lemuria una utopía? La respuesta es no. Pero tuvo algo que deben recordar. Ustedes fueron la primera generación de la humanidad sembrada. Eso significa que a medida que los lemurianos iban desde donde estaban hacia los lugares donde renacían en el planeta; llevaban akáshicamente con ellos las semillas de lo aprendido en Lemuria. Los pleyadianos fueron sus padres seminales.
En la época en que ustedes estaban en la Hermandad, todas llevaban la semilla, esto es, todas tenían su ADN transformado y cambiado; estaban listas para lanzar desde Lemuria lo que serían las generaciones del planeta. Y hubo otros lugares que hacían esto también, pero Lemuria era de un interés especial porque era una isla de la que no se podía escapar, diríamos una olla a presión de sacralidad.
Ahora bien, quiero que sumen dos más dos y conecten los puntos: de dónde han venido. Estaban allí como mujeres en Lemuria, disfrutando de la única vida que tendrían en el círculo sagrado cantando canciones hermosas, estableciendo las energías que necesitaba la isla, las energías para cazar y pescar, la energía para las relaciones, para el culto. Estaban estableciendo la plantilla de Lemuria, todas ustedes. ¿De dónde vinieron ustedes? (se ríe).
Si fueron la primera generación de la humanidad sembrada, les diré de dónde vinieron: todas tenían el akash de un pleyadiano. En otras palabras, no había un registro akáshico en la Hermandad, porque ustedes nunca habían sido humanas. No humanas sembradas, no con el conocimiento del Dios interior, no con un alma que tiene la dualidad que tienen ahora. Por lo tanto, al venir al planeta y a Lemuria como mujeres, haciendo cosas sagradas en este círculo, su akasha estaba en blanco, excepto por lo que lo que les habían dado los pleyadianos. ¿Y cómo era el akasha de ellos? Era del de un planeta sagrado ascendido, uno que conocía las cosas, que sabía de la Fuente Central, que les dio las canciones, les enseñó lo que ustedes sabían. ¿Cómo se sentían ustedes? La respuesta: sagradas.
No era difícil. Sin un akash que las golpeara ni les diera ninguna historia, ustedes eran sagradas y lo sabían, y sentían a Dios dentro de sí. Las canciones les llegaban naturalmente, las actitudes alegres eran naturales, el aplauso ante el nacimiento de un niño era más que una simple bienvenida a la Tierra. Era porque el niño recién nacido era humano de primera generación.
Ustedes sentían una sacralidad que no se ha repetido después, porque nacer en otros lugares, y unirse a una sociedad que estaba apenas comenzando, junto con otros que venían de otros hogares pleyadianos, tenía una apariencia de lo que llamarían evolución. Empezó mezclándose todos en formas desiguales, y no era como la isla de donde venían. En una vida tras otra, se instauró un equilibrio y lentamente esa sacralidad que sentían como pleyadianas se atenuó; se instaló la condición humana; se instaló lo que los hombres hacían con las mujeres: un deshonor, una readaptación de los géneros. Esto es común en las sociedades no evolucionadas, donde un género es más fuerte que el otro. Sucedió en tiempos pleyadianos. Ha sucedido antes.
Entonces ustedes podrían preguntarse qué les estamos pidiendo que hagan con todo esto, a medida que atraviesan el 2015. No con la recordación pleyadiana y no con la sacralidad pura, sino con todo lo demás que pudieron experimentar. Esta noche hemos hablado de filtros. Para ustedes, este es un filtro; es parte de su filtro de género, que ni siquiera mencionamos en una audiencia mixta. No era para que los hombres escucharan otra vez lo que habían hecho o cuán desigual fue todo a través de la historia. Es para que ustedes lo oigan ahora; la razón de que estén haciendo esto esta noche es tratar de recuperar esa sacralidad pura del Espíritu. Verán: todavía está allí. ¿Pueden sentirla? ¿Pueden sentirse sagradas? ¿Pueden descartar por solo un momento todos los recuerdos akáshicos? ¿Pueden quitar sus filtros y recordar aquello? El que estaba en el principio, el filtro de lo sagrado. Y la razón es que necesitamos que ustedes lo reaviven. Necesitamos que al irse de este lugar salgan más sagradas que como llegaron.
Déjenme contarles algo sobre la sacralidad: es contagiosa (se ríe). Otras personas la verán en ustedes y querrán lo mismo, verán lo que hace en ustedes. Verán la suavidad en ustedes, verán su pureza. En esto hay más que simplemente haber estado en la Hermandad; se trata de crear una hermandad mundial. Todas las mujeres entenderían entonces que la sacralidad siempre fue asunto de las mujeres, porque ustedes sienten primero la cercanía y el amor; son una guía para la humanidad. Para hacer eso en estas próximas generaciones, la meta es el retorno a lo sagrado.
Que comience la reunión.
Y así es.
Kryon
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Traducción: M. Cristina Cáffaro
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