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jueves, junio 25, 2020

David Topí - La vibración de los números, frecuencias y energías que representan - 20 junio, 2020



Llevamos ya varios artículos introduciendo conceptos de cierto grado abstracto numerológico y vamos a ir afinando poco a poco en el tema para terminar dando más detalles sobre los mismos. Así, tal y como hemos dicho en el último post, cada número tiene asociada una o varias cualidades. ¿De dónde provienen las cualidades que estos números representan? Hemos visto que provienen de los arquetipos a los que están conectados, pero, ¿por qué se conectan a unos arquetipos y no otros? Es decir, ¿por qué el arquetipo de la “paciencia”, que es un campo de energía con unas cualidades asociadas de “calma” y “sosiego” están más conectados al número ocho, por ejemplo que a otros campos numéricos?


De nuevo, es un tema de resonancia y “mezcla” de energías. De igual manera que no se puede mezclar agua y aceite, porque sus densidades y composición impiden que puedan unificarse en una única sustancia homogénea, hay energías de “cualidades” como la paciencia, o la estabilidad o cualquiera de las otras características humanas, que no se pueden “enchufar” fácilmente a los campos de energía numéricos para que ese “número” tenga imbuidas las cualidades de ese arquetipo o característica.

Por lo tanto, para que el número “uno” pueda asociarse al “inicio” de algo, el arquetipo de “arrancar” o “empezar” tiene que vibrar o ser capaz de sintonizarse con el campo de fuerza numérico del “uno”, y, como son compatibles, se hace perfectamente, pero, por el contrario, el arquetipo de “inicio” no es tan compatible con el campo de energía del número seis, así que no se puede decir que el número seis representa el inicio de nada, ya que no posee la energía que “activa” algo nuevo cuando queremos o necesitamos ponerlo en marcha.

Estas vibraciones, la “sintonicidad”, de unas cualidades determinadas con unos campos numéricos determinados, es lo que ha ido variando a lo largo de los siglos, pues al haber cambiado la vibración de los conceptos y cualidades, también ha cambiado la resonancia y “facilidad” de conectar unos con otros, o de rechazo de unos con otros, pues los cambios son en ambas direcciones. De esta manera, conceptos y cualidades que hace mil años resonaban con un número, ahora no lo hacen tanto, o, por el contrario, lo hacen muchísimo más, como si las moléculas de agua y aceite hubieran encontrado la forma de fusionarse de alguna manera, o al revés, como si ya ni siquiera pudieran tocarse estando juntas en el mismo recipiente.

Puesto que los conceptos y arquetipos de cualidades son campos de energía con cierto contenido y todos están en el plano mental y conectados a la psique humana, cuando la humanidad varia su definición, entendimiento, uso y aplicación de ciertos conceptos, hace variar rápidamente el arquetipo del que este depende, y al variar el arquetipo mental, varia su composición energética, con lo que, si las partículas que forman el campo del concepto “simpatía” cambian internamente, por ejemplo, su resonancia con el campo de energía de los números también cambia, y entonces, el arquetipo “simpatía” tendrá más afinidad y facilidad de conexión con un número determinado ahora en el siglo XXI que la que tenía en el siglo II, a pesar de que, simplemente, la simpatía es la simpatía, pero su vibración o su significado, y sobre todo su uso como definición de una cualidad humana, ha ido evolucionando siglo tras siglo y cultura tras cultura, alterando su arquetipo a lo largo de la historia y provocando cambios en la asignación numérica del concepto “simpatía”, el concepto “tristeza” o el concepto “carisma” con los números que ahora los representan.

También los seres conscientes que dan lugar a los números evolucionan

Esto en cuanto a los conceptos y cualidades que asociamos a los números, pero, ¿han cambiado los campos o sustrato base de esos mismos números? Hemos dicho que los campos de consciencia numéricos son “seres” que tienen unas ciertas cualidades y que son requeridos para formar otros elementos, pues ellos determinan la proporción de cada elemento que es necesario para crear algo nuevo. Por lo tanto, ¿han cambiado o evolucionado estos “seres conscientes” que son el sustrato energético para cada número?

Pues es correcto, indudablemente lo han hecho, pues todo evoluciona en la Creación y nada se mantiene nunca estático, así que incluso la base energética que cada magnitud numérica representa ha ido evolucionando, y el “ser” consciente del “número cinco” ahora es algo diferente a como era hace cinco mil años, tanto en nuestro planeta como en cualquier otro, pues estos campos son universales, en el sentido “cósmico” del término.

Pero poder analizar la evolución de los “seres” que forman los números es realmente complejo, pues son vastos flujos de energía y campos que, literalmente, ocupan y están presentes en todos los planos del universo y en todos sus subniveles, por lo que no hay manera de realmente describir su evolución, avance o cambio, pero sí que podemos definir sus variaciones en nuestro planeta, pues la parte que está imbuida en las estructuras de la Tierra para poder formar todo lo que existe en ella, es más fácil, relativamente, de evaluar y revisar cómo ha ido cambiando.

Cambios que acompañan el cambio de la consciencia planetaria

El desarrollo de la “consciencia de los números” ha ido de la mano del desarrollo de la consciencia del planeta y de su logos, el ser que usa la Tierra como avatar de igual manera que nosotros, a nivel de alma, usamos el cuerpo físico como vehículo evolutivo. A medida que la consciencia planetaria iba creciendo y avanzando, los campos energéticos numéricos también lo han ido haciendo, adecuándose al nuevo nivel que en cada momento poseía el logos planetario para poder servir como sistema de medida para mantener la estructura del planeta “funcional” y adecuado a las necesidades de la vida consciente en la Tierra en cada momento.

Esto ha sucedido igual en cada planeta del universo, de manera que cada número ha ido adquiriendo una cualidad “local” en cada planeta según el desarrollo de la consciencia planetaria de ese sistema, y, por otro lado, se ha mantenido invariable en su estructura más básica en todo el universo, para que el concepto de “tres” siguiera siendo el concepto de “tres” en cualquier lugar del cosmos, pero su vibración, energía, cualidad y aplicación se haya adecuado “localmente” a cada esfera planetaria.

Luego, puesto que la aplicación “local” que cada planeta o logos planetario hace de los campos numéricos es la base para la aplicación que nosotros hacemos para nuestros estudios numerológicos, la vibración de cada número, como hemos mencionado, es tremendamente diferente en diferentes sistemas y puntos de la galaxia, incluso dentro de nuestro sistema solar, haciendo que un “nueve” vibre de forma bastante distinta aquí que en Alfa Centauri, o que el seis tenga una composición a nivel de partículas y frecuencia completamente, casi, diferente a la que tiene en cualquier sistema de Sirio, por decir algo.

Estas frecuencias y vibraciones de los números luego se vuelven a diferenciar mucho más a medida que se añaden y se conectan arquetipos de cualidades a ellos, como hemos visto, así que el arquetipo de “flexibilidad” o de “empatía” conectado al campo base de un número aquí puede ya no parecerse en nada, en el resultado final, al conjunto de ese número y ese arquetipo en cualquier otra parte incluso de nuestro sistema solar.

Cada número se interpreta según su sistema de referencia

¿Cómo nos podemos entender, hipotéticamente, entre civilizaciones y razas si cada número ya representa algo tan diferente? En general, hay que ir más allá del estudio de los números cuando quieres entender algo que cae fuera de tu sistema de referencia, de la misma manera que no podemos entender el sistema de vida de una tribu perdida en el Amazonas con un sistema de referencia que se basa en el estilo de vida de Nueva York, de manera que no nos sirve el manual sobre cómo se vive en Nueva York si queremos saber cómo se vive en la selva.

Por el mismo motivo, no podemos usar los métodos y técnicas numerológicas que tenemos fuera de nuestro planeta, fuera de nuestra psique colectiva y fuera de los campos mentales y psíquicos de la humanidad, porque no arrojarían una descripción adecuada y correcta sobre aquello que estamos analizando, al caer su composición, fuera de nuestro campo de referencia y parámetros “conocidos”.

Así, ahora que más o menos hemos sentado las bases de este conocimiento, podemos empezar a estudiar “localmente” todo el conjunto de números y sus cualidades, como se mezclan y combinan, de qué manera y que proporción, para formar todo lo que conocemos, y empezar a comprendernos mejor como raza, como personas y como civilización, a partir del resultado de esos números que analizaremos un poco en los próximos artículos.


David Topí